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Dos disparos al amanecer es el nombre de un libro que también podría haberse llamado –con menos elegancia literaria– “Busch y su circunstancia”. Y hacía falta en Bolivia un libro sobre Germán Busch. En un país en el que las generaciones muertas están tan presentes en el cerebro de los vivos, a menudo faltan estudios históricos rigurosos, basados en archivos, que echen luz sobre hechos y figuras claves del pasado boliviano. Y Busch es una figura clave, parte de un momento de inflexión de la historia política, y un personaje constituido por múltiples capas de deseos, contradicciones, frustraciones, limitaciones y excesos. Y, sobre todo, obsesionado con el destino de la patria. En efecto, cada una de sus grandes misiones las encaró desde ese “sentimiento patriótico”, fueran ellas la expedición a San Ignacio de Zamucos –donde casi muere de sed–, el combate en el Chaco –donde llegó a ser un héroe con menos de 30 años– o la presidencia de la República, vivida como una batalla más a los 34 años. La vida y la muerte siempre se mezclaron demasiado en el Camba. Pablo Stefanoni